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Partes de un negocio: cuando te caen piedras encima

Hoy me ha pasado una cosa muy curiosa. Hace cosa de unos meses le vendí un sistema de guiado a una persona, cercana a mi pueblo y que llevaba tiempo detrás de ello. Después de meses intentando que le rebajase el precio y tras repetirle mil veces que es precio único, accedió a comprarmelo al precio original. Se hizo una factura desglosando los conceptos y pasó al circuíto habitual (esto es, a pachas con hacienda)

Hoy me llama completamente fuera de si, insultándome y llamándome estafador ¿?. En cosa de dos minutos ha dijo todos los improperios que conocía y alguno más, tras lo cual colgó. En ese momento te preguntas, ¿realmente le habré estafado? porque lo mismo no me he dado cuenta y no le he enviado el sistema… pero es que fui yo con mis propias manos a instalarlo.

Lógicamente estaba fuera de sí, en persona parecía una persona amable, así que minutos después le llamé para intentar aclarar las cosas. En esa llamada ya me insultó menos :), aunque mantenía que le había estafado 40€, con pocos argumentos, la verdad. Suerte de facturas, mañana he quedado con él para enseñarle la factura, ver qué ha pasado y dar la cara, cosa que cada vez tengo que hacer más, para bien o para mal.

Obviamente, lo primero que espero mañana son unas disculpas, si no es así daré por finalizada la relación con esta persona y listo. Ahora pasa que por un individuo encolerado puede que el boca a boca que tanto nos ha ayudado hasta ahora deje de funcionar tan bien como lo ha hecho. No me preocupa mucho, pero molesta que a pesar de esforzarte en hacer las cosas lo mejor posible haya gente que lo pague con malos modos y amenazas.

Cada día tengo más claro que la mayoría de las veces, ante situaciones de este tipo lo mejor es dar la callada por respuesta y mantenerse firme, sobretodo cuando se sabe con cierto grado de seguridad que se tiene la razón. Es muy común la creencia de que “montando el pollo” puedes solcionar algo que no puedes usando argumentos… como dice un refrán que yo me sé: “ante el vicio de pedir … la virtud de no dar” (como me gusta el refranero)